martes, 1 de noviembre de 2016

EL DIABLO QUE ASUSTÓ A LA NIÑA



Había una vez una familia que vivía lejos de Santiago de Cao. El esposo tomaba mucho hasta que un día salió y no había la hora que llegue, cuando dieron las diez de la noche su esposa se preguntó: “¿Por qué no viene?”.
Transcurrido un rato, ya siendo la medianoche, tocaron la puerta, aparentemente era su esposo, pero en realidad era el diablo que había tomado la figura de su esposo.
La señora sirve la comida a su esposo y va a traer agua, de pronto ¡Oh, sorpresa! ¿Qué pasó? Su hijo lloraba a más no poder y es que el papá conforme comía iba botando la comida por la garganta.
La hija mayor, de apenas cinco años, va a decirle a su mamá todo lo que había visto ya que la señora estaba en el estanque sacando el agua.
La madre preocupada por su hija se va corriendo con ella, el diablo las ve y les pregunta ¿A dónde van? La mamá asustada le respondió, voy a traer agua a la laguna y se metieron en ella.
El diablo les dice: “Si no vienen voy a comer a tu hijo menor que lo has dejado en la casa”. La señora a pesar de las amenazas que le hacía el diablo, la madre no salía del agua con su hija que tenía en brazos.
Ya cuando estaba amaneciendo, se escuchó el canto de un gallo, y cuando se dieron cuenta el diablo había desaparecido.
La mamá preocupada y asustada por su hijo, el más pequeño, sale del agua y va rápidamente a verlo, encontrando sólo un montón de huesos.
La madre desconsolada hecha un mar de lágrimas, se va en busca de un sacerdote y le cuenta todo lo que había sucedido.
El sacerdote sumamente sorprendido le aconsejó que haga un pozo de nueve metros de hondo por tres de ancho y metan los huesos del niño, echarle encima la leña y prender fuego, que el diablo no les vea.
En el momento que el diablo se descuidara, tenían que aventarlo al pozo.
Cuando llegó a su casa, la señora encontró a su esposo y también él se enteró de lo que había pasado en su casa.
Los esposos siguieron los consejos que les dio el cura al pie de la letra.
Cuando el diablo apareció se fue a abrigar con el calor del fuego, tal como el cura les había dicho, al acercarse al pozo para abrigarse, en el momento en que se descuidó, lo empujaron quemándose totalmente.
Al siguiente día fueron a ver al pozo y de pronto salió una indefensa paloma de color blanco que se perdió en el cielo.

Anónimo

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