sábado, 4 de julio de 2015

EL TESORO DE LOS BARÚA

En octubre de 1880, como consecuencia de la guerra de Perú con Chile, el enemigo rompió la defensa fronteriza y se diseminó por todo el territorio peruano, llegando, inclusive, hasta el inmenso rico Valle Chicama. Enterados los dueños de las haciendas Farías, la familia Barúa, de que los chilenos avanzan triunfantes hacia el valle, optaron por esconder su fortuna.
Hicieron un hoyo profundo en el enorme patio de la Casa Hacienda y allí enterraron cuánta riqueza tenían amadas durante muchos años, a esfuerzo y sacrificio de los humildes peones. La fortuna consistía en cadenas de oro, anillos de plata, aretes, collares de perlas y dinero en efectivo. Para conservarlos los metieron en grandes baúles.
Cuando los chilenos arribaron a Farías, no encontraron ni un quinto. Entonces, abandonaron el lugar y fueron a otras haciendas en busca de tesoros. Permanecieron más de tres años en Perú.  Mientras tanto las actividades en la Hacienda Farías, seguían desarrollándose normalmente.
Al poco tiempo que emprendieron retirada los chilenos, una temible peste arrasó con los pobladores de los diversos pueblos del Valle Chicama, provocando una infinidad de víctimas. Entre ellos la familia Barúa.
A partir de entonces, la hacienda pasó por muchas manos, los últimos propietarios enterados del entierro cavaron por todos los rincones de la hacienda. También lo hizo gente particular, pero nadie logró encontrarlo. Más bien debido a las excavaciones, parecía un pueblo recién bombardeado.
Hasta la fecha sigue oculto el misterio del tesoro de los Barúa.

Luis Chuquipoma Muñoz

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