miércoles, 22 de julio de 2015

EL DUENDE DE CHICLIN

Mucha gente  en el poblado de Chiclín, aseguran haberlo visto y más aún los que trabajan en los campos de cultivos de caña en horas del crepúsculo y en horas de la noche. Lo describen como un pequeño niño de aproximadamente  cinco años, de un aspecto blanco pálido y que se les presenta, a veces muy cerca de las acequias y los árboles frutales. Muchas veces las personas ebrias, afirman haberlo visto en varias ocasiones también; después de que salen de alguna fiesta; apareciendo y desapareciendo en el instante.

Cuentan que una vez un poblador que venía de una celebración en altas horas de la madrugada, y iba en dirección a su casa. Escuchó el llanto de un niño,  y él tratando de averiguar de dónde provenía ese llanto, fue donde el origen. Aquel lloriqueo lo llevó donde un lugar completamente oscuro. De repente vio un niño  en medio de la penumbra de la calle  y desnudo, que pedía ayuda. Entonces aquel hombre, se acercó y le dijo: ¿Niño de donde eres? ¿Que haces aqui? Pero el niño sólo le señalaba la dirección de una calle oscura, y quería que le llevará a ese lugar. Entonces el poblador muy apenado por el niño, decidió llevarlo a  donde le señalaba, creyendo que en esa calle estaba su casa, y que sus padres lo estarían buscando ahí. No avanzaría ni diez metros cuando en ese momento un regador lo ve andando al poblador  con la mano extendida como si llevaba a alguien de la mano y le preguntó:

— ¿A dónde va usted señor?—dijo el regador.
— Mira me encontré a este pequeño niño llorando y me parece que está perdido, pero ahora lo llevo a su casa —respondió el poblador.
—¡Espera!... ¿ Pero de la mano no llevas a nadie, ni mucho menos un niño? —el regador muy sorprendido  le contestó.

En ese momento un tremendo frio se apodero del desconcertado poblador y el miedo envolvió todo su cuerpo. La duda y el misterio del encuentro lo abordaron y fue rápidamente a su casa y contó muy nerviosamente lo sucedido a su esposa. Más calmado llegó a la conclusión, que lo que lo sorprendió en el camino, fue ni nada más
ni nada menos que un duende.

Mauricio Lozano

1 comentario:

teresa moreno dijo...

Te felicito, porque a pesar de ser tan corto y predecible te logra impactar