martes, 1 de diciembre de 2015

EL SOLDADO AHOGADO

En los años ochenta, el servicio militar en el Perú era estrictamente de carácter obligatorio para todo ciudadano que había cumplido la mayoría de edad; y en aquellos años, muchos de los jóvenes casagrandinos, eran obligados a tener que cumplir con tal servicio militar, en el Fuerte Andrés Rázuri, en el poblado de Chocope.


Una mañana de verano de un día muy caluroso, Joel un muchacho de 19 años que servía en el cuartel de Chocope; va con un grupo de amigos a visitar el pequeño poblado de  “Acequia Paijan”, que es un lugar donde habita gente dedicada al cultivo de hortalizas y  la cría de animales de granja. Al pie de este asentamiento, hay  un gran canal de agua que transita muy cerca de este lugar, y que también pasa por el pequeño anexo de  “Lache”. En “Acequia  Paijan” en épocas de verano, albergan en sus aguas distintos peces de río y algunos pequeños  crustáceos, que son muy buscados por el deleite culinario de las personas de Casa Grande.


En aquel asentamiento humano  en estos años, llegaba a ser muy concurrida por los lugareños, que buscan la comodidad en las orillas de aquel canal de agua para chapotear y refrescarse en sus aguas. Muchos incluso llevan consigo algunos enseres para que su estancia sea más placentera. Rodeados de sus amigos y familiares llegan en horas del mediodía, algunos llevan de compañía personas allegadas a ellos de otros lugares, para que disfruten también de la recreación.
Amigos de barrio y familias vecinas se acumulan en pleno sol del principio de la tarde, zambulléndose en sus aguas y pescando también en ellas. Los niños y adolescentes se avientan de distintos lugares del borde de la acequia, y muchos de ellos se sumergen temerariamente cuando la corriente de agua va de una manera muy intensa, e incluso muchas veces; solo se dejan arrastrar por la corriente en grandes cámaras de caucho que son utilizados como rudimentarias balsas, llegando también a utilizar como flotadores algunos tallos de plátano  que por su contextura porosa, tiene una estupenda utilidad en el agua.  


En la entrada de este lugar, había anteriormente un letrero que prohibía a la gente que frecuenta la zona; ya  que muchas veces, en anteriores años, habían ocurrido algunos accidentes, relacionados con el fuerte caudal de este canal en épocas de verano; a lo cual las personas que lo frecuentaban, hacían caso omiso a esta advertencia.


Ahí mismo donde está el letrero, hay un puente y debajo de este puente un sifón que sirve para dar paso al agua hacia el otro lado.


Joel (el soldado) yacía con su grupo de amigos sentado en la baranda del puente y haciendo mofa de lo peligroso que puede ser aventarse por un lado del sifón y salir ileso por el otro lugar. Apuesta con uno de sus compañeros, a que lo hace, he incluso en un tiempo muy corto. Su amigo, por solo el hecho de ganarle la apuesta, acepta el reto sin medir las consecuencias de que esto pueda ocasionar. Joel se desviste inmediatamente con la mirada de todos sus camaradas que lo incentivan a ganar el desafío. Se posiciona en el borde del puente y se clava de lleno entre los remolinos de agua que absorben todo, como si fueran grandes desagües que absorben en total, todo lo que llega a ellos.


De repente tan solo los pies del muchacho se divisan, sumergiéndose en el sifón, que parece tragarlo sin mucho apuro. Los espectadores fueron inmediatamente a esperarlo al otro lado del sifón que saliera lo más rápido posible antes que se le termine el tiempo de sostener la respiración bajo el agua.


Lo esperaron ansiosamente, pero no salía. La desesperación de sus amigos y de las personas que lo habían visto entrar, se apoderó del lugar. Algunos señores que lo habían visto sumergirse quisieron entrar para poder socorrerlo, pero vieron que podía ser muy peligroso y terminarían  atrapados como Joel. Paso mucho tiempo y nadie se atrevía a entrar por temor de quedar atrapado como el valiente soldado. Uno de sus amigos, fue donde el guardia de las compuertas para que de  la orden de cerrar  una de aquellas presas,  que está al principio del canal y así tratar de socorrer; pensado que aún estaría atrapado dentro del sifón tratando de salir. Pero cuando cerraron las compuertas y el agua bajó de nivel, vieron con estupor dentro del sifón que el soldado yacía muerto atrapado entre los grande  gajos de caña de azúcar que se habían atascado mucho antes, e hicieron que Joel no saliera por el otro lado del sifón.


Mauricio Lozano

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